En plena irrupción de la década del 2000, Telefe apostó por una idea original, un formato que no se había visto hasta el momento, con mucha producción y un juego de concursantes anónimos que paralizaba a la sociedad durante las noches de los domingos.
Fugitivos en la ciudad marcó una huella, con la conducción de un joven Matías Martin conquistó al público con esa temática de lanzar a equipos de personas a recorrer las calles en busca de cumplir ciertas misiones. Entre las claves del éxito se encontraban las gemelas.
Dos hermanas, que trascendieron por su fanatismo por Quilmes, que se arrojaban a prestarse a todo tipo de situación, como desfilar en ropa interior por la calle Warnes. Aunque lo que sobresalía, más allá de la belleza, era su simpatía y candidez.
Agustina y Valeria Lozano se ganaron su espacio y cuando el ciclo finalizó siempre quedó instalada la incógnita sobre sus pasos, porque más allá de algunas producciones fotográficas, las mellizas se alejaron de la palestra. En la actualidad, a más de veinte años de su pico de popularidad su cotidianidad difiere de lo imaginado.
En primera instancia, las dos continúan irradiando encanto, casi que lucen en el mismo estado. En tanto una se casó y tuvo un hijo, así como modificó su tinte de pelo para dejar atrás el morocho furioso por un rubio. La otra se desempeñó durante años como promotora.
Hasta hace un tiempo, las gemelas disponían de una cuenta de Twitter en la que solían compartir fotos, como manteniendo esos personajes y conservaban el contacto con los fanáticos, que nunca menguaron el interés por las hermanas. No obstante, decidieron clausurar ese perfil, así como transformaron sus Instagram en privado, para priorizar a la familia.
Y vos chabón, ¿de qué lado estás?
