El sonido de las vuvuzelas acompañó el mundial 2010 desde la primera acción del partido inaugural que jugaron Sudáfrica y México hasta el último segundo de la final entre España y Países Bajos. Ese ruido insoportable y permanente que aturdía en las canchas y por televisión no impidió que entre tanto fastidio y tanta molestia emergiera, triunfal, brillante y luminosa, la figura de Larisa Riquelme: la morocha, que alentaba a Paraguay en las tribunas de los estadios donde se desarrolló la primera y hasta ahora única copa que se jugó en Africa, tuvo tantos "fanáticos" en la Argentina que Marcelo Tinelli la convocó al Bailando.
Eso fue por el 2011. Larissa se erigió en una figura tal que fue invitada a un montón de programas de televisión y ocupó las portadas de todas las revistas del corazón: en Paparazzi, la más importante del país, fue nota, producción de fotos y material de informe prácticamente semana a semana. Alguna vez, incluso, el diario Olé tituló una tapa donde se veía a un Juan Roman Riquelme feliz con la frase "La risa Riquelme". Ese era su nivel de popularidad.
Pero algo pasó en el medio. Algo sucedió que la luminosidad de la morocha de Asunción se fue apagando y poco a poco se dejó de hablar de ella, al menos en nuestro país. Algo hubo para que se nombre y su figura, tan repetidos y tan elogiados en un momento, cayeran en un olvido casi completo y total.
Lo más probable es que haya influido mucho la caída en desgracia de quien era su novio, el futbolista Jonathan Fabbro. "En septiembre de 2019, el Tribunal Oral en lo Criminal N°12 condenó a 14 años de cárcel a Jonathan Fabbro por abusar sexualmente durante cinco años a su propia ahijada. “¡Justicia maldita!”, gritó su novia, Larissa Riquelme, cuando el martillo caía, en un paso dramático", dice una crónica periodística de aquella época.
Esa fue la condena, pero el caso -bochornoso por cierto- se conoció mucho antes. Y como Larissa siempre apoyó a su muchacho la gente empezó a rechazarla.
QUE FUE DE LA VIDA DE LARISSA RIQUELME
Larissa ya no tuvo tanta figuración mediática, por lo menos aquí. Para colmo, sus pocas apariciones estuvieran relacionadas al escándalo de quien era su pareja, acusado -y luego condenado y por lo tanto responsable- de uno de los delitos más aberrantes y más rechazados por la sociedad: el abuso de menores de edad. Eso le jugó en contra y de buenas a primeras dejó de ser una figura interesante para los medios. Repetimos: al menos en la Argentina.
Algunas puertas se le cerraron. Pero otras se abrieron. Además de las de la cárcel, por supuesto, adonde debe acudir si desea ver a Fabbro. Los otros portales que se extendieron de par en par fueron los de internet (¡Cuac!) ya que Larissa ahora despliega su simpatía, su buena onda y sus consejos en las redes sociales, donde se ha transformado en una suerte de gran influencer.
¿Y su belleza? A pesar de que pasaron 12 años de aquel mundial que jugó con la musculosa más escotada de la tierra y que el tiempo transcurre para todos, la sigue conservando. Y la utiliza para ganarse sus buenos morlacos en una plataforma para adultos, a la que sube fotos y videos de altísimo voltaje y muy subidas de tono. El que la quiere ver tiene que ponerse. No podrá hacer otra cosa que observarla, pero tendrá un elemento a favor: podrá deleitarse con sus curvas y su sensualidad sin escuchar a las malditas vuvuzelas rompeoídos.