Así cualquiera: a un costo de 2 millones y medio de pesos semanales, Roberto García Moritán empezó a dejar atrás el vacío existencial que le había dejado la separación de Pampita y la destitución del cargo público que ocupaba hasta su escandalosa ruptura. Ya no es más el marido de la modelo ni el Ministro de Desarrollo Económico de la Ciudad de Buenos Aires, pero al menos se lo vio con una sonrisa y de buen humor. Eso después de pasar un susto porque pensó que le habían roto el... Bueno, veamos qué.
Intrusos se encontró al empresario en las calles de Buenos Aires. Estaba de buen semblante y de un humor que parecía acompañar un mediodía diáfano y de temperaturas agradables. Moritán saludó con "un poco de alegría" al notero que últimamente se la transformó en una suerte de estampilla pues es el mismo que lo "enganchó" cuando llevaba ropa a un lavadero automático y después lo "agarró" cuando se estaba mudando de la casa de Pampita. Ahora, por lo menos, las circunstancias eran algo distintas.
Se ve que el costoso tratamiento que le dieron en Entre Ríos tuvo algún resultado positivo ya que no se mostró tan hosco como en esas oportunidades, si bien repitió con insistencia el pedido de que el cronista se retirara del lugar y le permitiera pasar "un rato tranquilo". Aun con cierto apuro, confirmó que "estoy mejor" y que en breve "habrá novedades interesantes, entre las que está que voy a volver a la fundación que fundé y que por tantas cosas que tenía quizás había descuidado un poco".
Pero el rostro de Moritán cambio de alegre a preocupado cuando advirtió que su vehículo (dijo que estaba volviendo de dejar a su hija en la escuela) no tenía vidrio delantero izquierdo. "Uy, me rompieron el vidrio" exclamó en el mismo instante en el que fijó su vista en su coche. Así, como con bronca y junando, llegó hasta el rodado temiendo haber sido víctima o de un robo o de un hecho de vandalismo. Por suerte, ninguna de las dos: el notero de Intrusos se dio cuenta que la ventanilla solamente estaba baja y que al salir se había olvidado de levantarla. "¡Cabeza de novio!" bromeó el periodista. Moritán devolvió una sonrisa nerviosa.
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Repuesto del susto, pero aún algo tenso, Moritán cruzó una serie de frases con el cronista, quien después de tantas pálidas por lo menos le dio una buena noticia: el vidrio no estaba roto y no tendrá que ir al mecánico a gastarse unos buenos mangos para el arreglo. En ese intercambio, volvió a decir que no iba a hablar de Pampita "porque es la madre de mi hija y se merece todo mi respeto y que haga silencio".
Con el rumor de romance de su ex con el polista Martín Pepa sobrevolando tanto los programas de chimentos como todos los portales informativos, Moritán decidió "hacerse el sota" y decir nada más que "no se nada", "no tengo idea de esto que me estás diciendo" y "no lo conozco" cuando el periodista le contó que Pepa es amigo de Pampita desde la adolescencia prácticamente. "No puedo decir nada porque tampoco ella llegó a conocer a todos los amigos que tuve durante toda la vida", cerró.
