Elías Masri era un argentino radicado en Nueva York y falleció el pasado 7 de abril por coronavirus. Tenía 91 años y vivía en un piso ubicado en la Quinta Avenida, además de haber fundado una poderosa empresa, dedicada al bienes raíces.
"Era el papá y el abuelo que todo el mundo quería tener. Amoroso y de una familia judía tradicional. Se fue del país en la hiperinflación, no con mucha plata, y con eso comenzó su carrera de real estate en Nueva York". Con esta frase definió un amigo de varias décadas al argentino magnate del real estate neoyorquino que murió de coronavirus.
El traslado de su cuerpo embalsamado desde Estados Unidos a Argentina generó un escándalo que terminó en la Justicia y que esconde una trama de complicidades y varios presuntos delitos.
En estas enfermedades infecciosas y tan contagiosas como el COVID-19 hace imposible que pudiera haber sido repatriado a la Argentina, ya que los fallecidos por la enfermedad son cremados.
Sin embargo, en este caso el cuerpo fue enviado a la Argentina sin declarar la causa de la muerte y desde Aerolíneas Argentinas - que tría a 243 repatriados- afirman que hubo mala fe por parte de la familia del fallecido.
Por su religión desde su entorno no quisieron que el cuerpo de Masri fuera cremado, una de las recomendaciones para víctimas del virus que amenaza al mundo. Por eso decidieron embalsamarlo. "Sus restos descansarán en Argentina", cerraba el obituario que publicaron en el mismo diario días después.
"Cuando descargaron el cuerpo del avión y revisaron la documentación se dieron cuenta que se trataba del mismo caso. En la reglamentaria, no figuraba el motivo de la muerte, sólo referían a 'causas naturales'"; explicaron fuentes de la investigación, que se inició en torno a este escándalo.
Al contrastarla con la recibida días atrás para consultar por el permiso de traslado, "notaron que eran los mismos permisos pero sin el certificado que indicaba que se trataba de un fallecimiento por enfermedad infectocontagiosa".
