Fue el último gran piloto argentino de Fórmula Uno. Fue un deportista de elite mundial. Fue un empresario con buen ojo para los negocios. Fue dos veces gobernador de la provincia de Santa Fe. Fue senador nacional por esa provincia. A lo largo de sus 79 años, el Lole Reutemann amasó una fortuna que ahora quedará para dividir entre sus herederos. Una de ellas, que además nunca se llevó bien con sus hijas, es su última y enigmática mujer, Verónica Ghio.
Lo primero que deberá decidir la justicia es cuánto dinero hay para repartir entre los que se presenten al proceso sucesorio. Según las primeras informaciones que empezaron a circular en las últimas horas, el patrimonio declarado de Reutemann era de 182 millones de pesos. Por lo bajo, algunos dijeron "esa cifra siempre hay que multiplicarla por dos o por tres. Las propiedades, por ejemplo, se blanquean a un valor fiscal cuando los valores reales o de mercado son realmente muy superiores". De ser así, la cifra superaría los 500 millones, algo así como 3 millones de dólares. Una verdadera fortuna.
Pintón como pocos, exitoso, mundialmente famoso, adinerado, el Lole Reutemann siempre fue un hombre al que se le adjudicaron romances e historias con mujeres de este país y también del exterior. Sin embargo, oficialmente se le conocieron solo dos historias. La primera fue histórica y lo unió, durante mucho tiempo, con "Mimicha Reutemann", cuyo verdadero nombre es María Noemí Claudia Bobbio Orellano, quien pertenecía a la alta sociedad cuando conoció al intrépido y audaz hombre que manejaba Ferraris y Williams a 300 kilómetros por hora.
Con "Mimicha", el Lole recorrió el mundo, se codeó con el jet set internacional, fue tapa de "mil revistas" y finalmente se separó en medio de un escándalo de proporciones. Mucho antes de romper, cuando todo era felicidad, fama y grandes premios de F1, tuvieron dos hijas, Mariana y Cora, quienes están enfrentadas fuertemente con Verónica Ghio, la mujer que ocupó el corazón del ex piloto cuando con su mamá decidieron seguir su vida por caminos diferentes.
Verónica era una emprendedora que tenía un negocio de ropa al que decidió ponerle punto final cuando inicio la convivencia con el entonces gobernador santafesino. Lo acompañó en el mayor de los silencios, al punto que jamás dio una nota y hubo muy pocas fotos de los dos juntos. Prácticamente se convirtió en una especie de secretaria privada que le filtró las reuniones y le armó la agenda. Para algunos, incluso, se transformó como en una censora de quiénes podían acceder a él.
Reutemann le llevaba 27 años a Verónica. Ella tiene 52 relucientes años, que lleva con elegancia y sobriedad. Se conocieron en 2002, y se pusieron en pareja en 2004 cuando ella se fue a vivir a la casa de él con salida a la laguna Setubal, en el coqueto y eclusivo barrio Guadalupe de Santa Fe. Dos años más tarde, el 16 de diciembre de 2006, se casaron. Ella también es santafesina, es experta nadadora, estudió comercio exterior y abrió un negocio de ropa, llamado "Benedetta", que cerró cuando se fue a vivir con el Lole. Ultimamente repartían su tiempo entre la que fue su casa y un campo llamado Los Aromos, donde tienen plantaciones de maíz. En breve empezará la batalla por decidir quién se queda con todo.
