Todavía sobrevuela en la atmósfera la incredulidad y el dolor inmenso por la partida de Gerardo Rozín, ese rosarino tan afable, empático y emotivo que apagó su luz el viernes, a los 51 años tras batallar durante un año contra un cáncer cerebral.
En las horas aciagas, en las que se despidió en su casa de sus seres amados agobiado y cansado de presentarle batalla a esa enfermedad, estuvieron a su lado sus hijos, Pedro y Elena, que no se separaron ni un segundo en estos días.
Justamente ellos dos, esos soles en la vida de Gerardo protagonizan el último posteo del comunicador en Instagram, como si fuese un guiño del destino, porque nada importaba más en la constelación de Rozín que sus herederos.
Así se pudo percibir el tenor de lo que el rosarino sentía por sus hijos y la felicidad que latía en su interior por el ensamble de los hermanos, que son de distintas madres. La captura de un momento en familia, Gerardo lo publicó el 18 de enero y escribió: “Pedro y Elena noche de navidad. Son lo más”.
El periodista vibraba por sus pequeños, siempre exhibió sin tapujos el orgullo que le generaban. Por eso, en una entrevista con Reynaldo Sietecase abrió su corazón y contó: “Los hijos que dejo para el mundo van a estar bien siempre, aunque suene muy soberbio. La pegué con las madres”.
En esa charla, Gerardo ratificó todo lo que le generaban Pedro y Elena: “Dejo hijos que fueron queridos. Siempre, tienen madres que los aman y un padre muy dedicado. Le voy a dejar al mundo dos hijos con amor y con ideas. En las casas por las que ellos circulan se puede circular tranquilo, porque hay buenos valores”.
