La fama, dicen, no es para cualquiera y conlleva un precio que no todos están dispuestos a pagar. Algo de eso le tocó atravesar a Samanta Casais tras su paso por Bake Off, pero sobre todo al llegar a la polémica final del reality donde tuvo una gran exposición mediática luego de ser acusada de no respetar el reglamento del juego.
Perdiendo de esa manera el primer lugar de la competencia y los 600 mil pesos de premio que entregaba la producción de Telefe, la pastelera también fue víctima de bullying en las redes sociales e insultos, incluso, en la vía pública. Situación que en medio de la pandemia la llevó a una gran depresión de la cual, gracias a la ayuda de su familia pudo salir.
Invitada a Vino para vos, el ciclo de entrevistas que conduce Tomás Dente en KZO, Samanta habló del difícil momento que atravesó como consecuencia de su paso por Bake Off y manifestó: “sufrí y no se lo deseo a nadie. Sentí que estaba en un paredón, en el que venía toda la gente a matarme, me sentía atrapada en un lugar del que no podía salir”.
Y cómoda con la charla, Casais siguió: “Realmente no quería existir más, eso fue lo que le dije a Juan (Juan Cruz Recchimuzzi)”. Y fue entonces que recordó el momento en el que tocó fondo, “salió a hacer unas cosas y cuando volvió le dije, no quiero vivir más. No quiero más. Era muy duro, realmente muy triste”.
Continuando con su relato, la pastelera, que se encuentra en la dulce espera de su primer hijo agregó: “era abrir tu teléfono y que todo el mundo te insultara, que insultara a tu familia, que te deseara la muerte, y yo pensaba, ¿para qué? Yo quiero cocinar nada más... Era todo muy violento, no lo podía soportar”.
"No quería existir más. Juan salió y cuando volvió le dije, no quiero vivir más. No quiero más. Era muy duro, realmente muy triste”, recordó la pastelera.
Y, sin dudas, quien jugó un papel fundamental en su vida y la ayudó a sobrellevar esa etapa, allá por junio y julio del 2020, fue su pareja, de quien se refirió: “me sacó el teléfono, me dijo: no veas más la tele, no veas mas el teléfono, vamos a llamar al psiquiatra, y ahí empecé el tratamiento. No podía dormir”.
Ya con esa triste y difícil etapa atrás, Samanta reflexionó: “no hay que dejarse llevar por lo que dicen y ser siempre uno mismo. Así salí: siendo yo misma, no otra persona. Nunca fui otra persona que no vieron”.