Desde que Ángel de Brito la llamó a último momento para sumarse al staff de LAM, Estefi Berardi supo dos cosas: primero, que era la oportunidad de su vida; segundo, que iba a tener que ganarse el derecho de piso y que no iba a ser nada fácil.
Apenas empezó, Estefi encontró en Yanina Latorre su mayor desafío. Al menos ante las cámaras, la panelista estelar de De Brito dejó en claro que “la nueva” no estaba a su altura ni a la de nadie. “Te la das de periodista y sos una pobre chica”, le dijo, entre otras cosas, a la ex Combate, que también la chicanea cada tanto.
Y el 11 de mayo, con Barby Silenzi de invitada y furiosa con Estefi por acusarla de “comprar seguidores” de Instagram, las angelitas volvieron a enfrentarse en un picante y tenso cruce de palabras. Todo empezó mientras en el piso debatían tecnicismos de las redes y las mediciones.
“Yo le quiero decir una cosa a Estefi para que lo entienda. Las redes van cambiando. Por ejemplo, en cuarentena, yo que subí muchos seguidores, tenía una atracción casi del 100%. La gente estaba en la casa con el teléfono, yo hacía un vivo, y me veían 100 mil personas…”, arrancó Yanina.
“No tiene nada que ver eso”, la desacreditó Berardi, y Yanina retrucó: “Sí tiene que ver porque cuando la gente usa más el teléfono, por eso hay horarios a la noche donde te piden que subas una historia…”.
“Eso es un engagement…”, la interrumpió la morocha, y Latorre estalló: “¿Me dejás terminar de hablar? ¡Yo te escuché antes!”. Ahí la cosa empezó a subir de tono, porque la chica Mañanísima le disparó, filosa: “Igualmente, vos no dejás hablar a nadie”.
Yanina siguió: “Decime en qué facultad te enseñan Instagram. No hay”. “Sí, hay materias digitales donde tenés Facebook por un lado, Instagram por otro. Hasta tengo capacitaciones de TikTok.Yanina, vos me podés enseñar muchas cosas, pero de esto, yo te puedo enseñar a vos un montón”, contestó.
“Es más, te puedo ayudar a que verifiques tu Instagram porque no la tenés ni verificada la cuenta”, avanzó, mientras la rubia, entre risas irónicas, le dijo que no le interesaba su ayuda y la fulminó: “Me da lástima cuando hablás, te juro. Por Dios, ¡no puedo creer!”