Acorralado por el rating, que como nunca antes le resulta esquivo frente a los tanques de Telefe, Marcelo Tinelli se puso al hombro La Academia de Showmatch. Ninguno transpira tanto la camiseta como él, nadie. Ayer jugo al basquet, al yo-yo, lloró, hizo llorar, se sacó la corbata y se la puso como vincha, buscó variantes por afuera de los participantes, apeló a la polémica, a la emoción...le faltó bailar nomás. Hasta mostró su camarín secreto en el nuevo edificio de Laflia.
Así como se lee: si en el antiguo cuartel central de la calle Olleros se construyeron decenas de mitos y leyendas alrededor del famoso "cuarto piso" y de lo que sucedía allí, ahora el misterio duró menos de un mes y medio. Con la necesidad imperiosa de mejorar los números de audiencia (la semana pasada, la combinación de final de Masterchef + arranque de La Voz prácticamente triplicó las mediciones de su ciclo), Tinelli empezó a cambiar el formato de la competencia.
Y para empezar la emisión del miércoles buscó algo distinto. En la nueva onda "emotiva" que esta semana (y hasta que ordenen los números) tiene La Academia, quisieron darle una sorpresa a Mar Tarres: trajeron a la abuela, que vive en Santa y a la que no veía desde el comienzo de la cuarentena, en marzo de 2020. Para que no la vieran en el estudio, Tinelli la recibió en su oficina.
El secreto mejor guardado de Marcelo quedó, entonces, a la vista de todos. Quedó claro que en las paredes, la decoración y los sillones predominan el blanco con algunos toques de dorado. Marcelo tiene una mesa y una silla individual absolutamente confortable desde donde domina todo el ambiente, que es amplio y cuenta con un ventanal que da al exterior. Por delante hay una cortina en esa misma tonalidad.
A un costado están los sillones donde Tinelli se sentó con la abuela de Mar, una señora de 81 años y espléndidas lucidez y gracia. Todos los que estaban allí caminaban sobre una alfombra blanca. También hay un par de macetas (blancas, como casi todo) con flores. De frente a esa silla central hay una mueble de madera que tiene tres televisores de última generación donde se ve la actualdiad caliente de la tele. Por arriba están todos los Martín Fierro que ganó Tinelli colacados sobre una repisa. Por debajo hay un mueble donde están guardadas cosas importantes para él y la producción. También hay una pared con muchas fotos que eligió el propio Marcelo una por una.
Por delante hay una especie de "oficina de maquillaje" que también oficia de "vestidor" o probador de vestuario, también en la gama del blanco. También tiene un baño, que no se vio en pantalla pero que también cuenta con todas las comodidades. Dicen que fue una de las primeras cosas que se mandaron a construir cuando Laflia decidió mudarse desde el norte de la capital hasta Don Torcuato, donde está ahora. Cuentan, incluso, que en ese "camarín" Marcelo a veces decide descansar y el sillón se transforma en una cómoda cama de dos plazas. Pero ahora es momento de estar bien despierto. Y sí, si el rating acecha.