Sin renegar por transitar la carrera de actriz siendo “la hija de” pero consciente de hacer su propio camino, Tamara Garzón (28) disfruta de las mieles del éxito. Talentosa por naturaleza, la hija de Gustavo y de la recordada Alicia Zanca actualmente se luce en Chicas católicas, obra en la que actúa y que también puso en escena: “Soy una especie de gestora, fue una idea mía. Fue un gran desafío combinar ambas actividades, no es fácil estar de un lado y del otro, pero lo vamos llevando bien. Estoy muy contenta de que se haya podido concretar”.
–¿Es especial para vos, por ser una obra que en su momento dirigió tu mamá?
–Sí, la verdad es que emocionalmente me marcó. De hecho, todo el proceso fue muy movilizante para mí. Creía que no iba a ser tanto, pero lo fue. Yo le quería hacer honor, quería estar a la altura de las circunstancias… Hicimos una versión modernizada, pero igual de hermosa que la original. No lo tomo como un homenaje, aunque sé que un poco por default lo es. Voy a que no lo pensé como un homenaje, pero me terminé dando cuenta con el transcurso del tiempo de que lo era.
–¿La tuvieron que adaptar a los tiempos que corren?
–Sí, ciento por ciento. De hecho yo estaba un poco encaprichada en hacer la misma, no tocar nada, pero el director, que es Daniel Casablanca, muy acertadamente tuvo que explicarme que habían pasado 15 años desde el estreno. Es una obra en la que todas participamos mucho.
–¿Ser la hija de dos grandes artistas fue un peso a la hora de decidir ser actriz?
–La verdad es que cuando uno nace en una circunstancia determinada no sabe cómo sería otra. Yo nací y mis papás eran artistas, por eso fue natural. Sí me doy cuenta de los lugares que he podido conquistar gracias a ellos, probablemente no estaría dando esta nota si no fuera hija de quien soy, y lo agradezco. Soy consciente de lo que me habilitó. Lo que sí me pasó es no saber a quién tomar como referente, porque encima mis viejos son muy diferentes artísticamente, pero más de grande me di cuenta de que podía construir a mi propia artista.
–A la par de la actuación, también das clases…
–Sí, doy clases para personas con discapacidades. Tenemos un grupo que se llama La Banda Alegría, funcionamos como un elenco desde hace cuatro años y hacemos muchos shows, tenemos muchas funciones vendidas en el contexto de la escuela de mi papá.
–También sos la creadora de la fiesta La Desplumada.
–Sí, soy como una gogo dancer. La hacemos en El Matienzo, una vez por mes. Soy gestora y bailarina, invito a la gente a que conozca, que es un gran espectáculo.
–¿Cómo es darles clases a tus hermanos mellizos?
–Normal. Volvemos a lo de ser “hija de”. Cuando yo nací mis hermanos ya estaban, por lo tanto es normal mi trato con personas con discapacidades, lo tomo natural. Hay gente que tiene que estudiar y aprender a vincularse, en mi caso no fue así. Se vincula mucho desde lo emocional, y yo soy pura emoción.
–¿Estás de novia?
–Sí, hace un año, con un gran actor que se llama Gustavo Pardi. Estamos muy bien, con ganas de proyectar, el año que viene vamos a vivir juntos, con ganas de ser mamá en un tiempo corto, feliz con eso.
–¿Con tus hermanos cumplís ese rol de mamá?
–Sí, siempre fui a hermana-mamá, siempre ayudé mucho a mis papás, incluso ahora, desde que falleció mi mamá, los tengo yo en mi casa dos veces por semana. Tienen su cuarto y todo, no es que es algo improvisado. Es un poco para ayudar a mi papá y para que los melli tengan su espacio conmigo.
