Menos de una semana necesitó Taylor Swift para enamorarse de la Argentina, y sobre todo de su público. De sus "Swifties". De su enorme legión de seguidoras que hasta acamparon durante meses en la cancha de River para verla más de cerca. Llegó con temores y con dudas, y se fue completa, total y absolutamente convencida de que se encontró "con el mejor lugar del mundo" para dar un concierto.
Tan grande fue su "conexión" con la Argentina que antes de volver a Los Angeles, donde tiene su cuartel central y desde donde debe decidir cómo sigue la gira mundial que según se estima le permitirá llevar su fortuna más allá de los 1.400 millones de dólares, hizo una promesa que encendió los corazones de sus fanáticas.
Antes de irse, antes de subirse al avión que la llevó de vuelta a los Estados Unidos, su país de origen, antes de cruzar de sur a norte el continente americano, y después de dar para muchos "los tres mejores shows que recuerde el estadio Monumental de River", donde han pasado gigantescos artistas de todo tipo, Taylor Swift reconoció que "esperar tanto para venir aquí fue un error" y anunció que "no volverá a suceder, tardaré mucho menos para regresar".
De alguna manera, para Taylor fueron días tan frenéticos como para sus seguidores. Llegó y se bajó del avión cubierta por un paraguas, lo que no generó buenos augurios. Sin embargo, todo se dio vuelta apenas salió a la cancha para dar el primer recital y se encontró con un aforo que no había visto en otros rincones del planeta. Cómplice, afectivo, cálido, fervoroso, dispuesto, rítimico, fanático, totalmente descontrolado, inendiado y feliz. En cuestión de segundos se sintió una más y lo dio todo.
LA PROMESA DE TAYLOR SWIFT QUE ENLOQUECIO A SUS SEGUIDORAS
Al segundo día, aemás, llegó su novio, Travis Kelce, una estrella del football americano -el deporte más popular en los Estados Unidos- que ganó varios anillos de campeón de la liga jugando para los "Kansas City Chiefs" al lado del mega famoso Patrick Mahommes. Kelce es muy famoso también y cada vez que Taylor fue a verlo jugar a la cancha el partido pasó a un segundo plano frente a semejante acontecimiento.
El viernes debía dar su segundo show, pero un impresionante aguacero lo impidió. A Taylor no le cayó tan mal la suspensión -que complicaba de hecho su agenda- porque "me permite estar un día más en la Argentina, con ustedes". Tan bien se sintió acá que hasta se animó a ir a comer al restaurante del hotel Four Seassons sin pedir un lugar especial ni nada por el estilo. Cuando salió del comedero recibió el cálido aplauso de quienes estaban allí. Sábado y domingo, ya con sol, volvió a romperla sobre el escenario y a sentir el abrazo de esa multitud iluminada y feliz. Prometió volver rápido. Cientos de miles esperan que cumpla.
