Por distintos motivos, El Diario De Mariana fue noticia bastante seguido en los últimos días. Primero cuando Mirtha Legrand dijo que le habían ofrecido ocupar su horario para la próxima temporada, lo que generó la reacción de Marina Calabró, una de las panelistas del programa.
Después, al confirmarse que el ciclo llegará a su fin cuando el almanaque indique que diciembre y 2019 transiten sus últimos minutos. Y ahora porque trascendió una confltivo episodio interno que se produjo durante la emisión de hoy y que provocó, tras una controversia entre Ricardo Canaletti con una productora, el mal humor y el bajón anímico de la propia conductora, Mariana Fabbiani.
Todo comenzó después de que Canaletti mantuviera un áspero cruce de opiniones, al aire, con Alejandro Cipolla, el abogado de Mariana Nannis. En el corte, el periodista se acercó al “control” y se vio envuelto en otro entrevero, en este caso con la productora Candela Hilbert, considerada una de las “históricas” de la emisora.
Según se supo, Canaletti cuestionó fuertemente que Cipolla haya sido invitado y lo consideró “un error de producción”. Candela Hilbert defendió su trabajo y el especialista en policiales, según los testigos, montó en cólera y endureció su postura. Los gritos y las exclamaciones se esparcieron por el aire y generaron que todos los que estaban alrededor cogotearan, asombrados, para ver qué estaba sucediendo.
Parando la mano
Tan picante se puso la discusión entre el colega y la productora que otro de los panelistas del programa, Tato Young, debió intervenir para sacar a Canaletti del recinto y llevarlo de vuelta al estudio, ya que debían regresar al aire una vez que se terminara el corte publicitiario. Young no tuvo una tarea sencilla: más allá de sus ruegos y de sus súplicas de “calma” y “tranquilidad”, el batifondo continuó por unos cuantos minutos.
Enterada, Mariana Fabbiani no ocultó su fastidio ni su malhumor por el problemón que le explotó entre las manos. Bajoneada, terminó el programa como pudo y después se acercó hasta la productora para pedirle disculpas por lo ocurrido. “Quiero que estés bien”, le dijo, y se fue triste y refunfuñando porque en las últimas dos o tres semanas ni ella ni sus compañeros tuvieron paz.
