Su mirada se volvió viral, ese tono adusto y muchas veces imperativo componen a un personaje que alcanzó una notoriedad impresionante en los últimos meses. Germán Martitegui brilla en cada emisión de MasterChef, al punto que muchos especialistas lo consideran un eslabón fundamental del éxito rotundo del reality.
El prestigioso chef protagonizó decenas de momentos de alta tensión, se cruzó con muchos participantes, hasta Rocío Marengo aseguró que le gritó en un episodio que no salió al aire. Lo cierto es que mientras el certamen ingresa en la recta decisiva, que tendrá la gala de consagración el 18 de enero, Germán se tomó un descanso.
En las últimas horas, el jurado compartió postales de unas hermosas vacaciones con sus hijos Lautaro y Lorenzo, donde les expresa todo su amor y se lo denota totalmente embobado con esos seres de luz que arribaron a su vida. Por eso no llama tanto la atención las declaraciones recientes con Flor Vigna.
"Estoy en un momento muy hermoso. Estoy con mis hijos y estoy todo el tiempo pensando: qué harán, qué les gustará, a qué se van a dedicar", reveló Martitegui.
En uno de los encuentros para las redes de MasterChef, Germán abrió su corazón de par a par, incluso hasta se le pusieron vidriosos los ojos. "Estoy en un momento muy hermoso. Me gustaría ir al futuro, si puedo. Estoy con mis hijos y estoy todo el tiempo pensando: qué harán, qué les gustará, a qué se van a dedicar. Yo soy muy de planear", expresó el prestigioso cocinero.
A la hora de profundizar en qué espacio temporal anhelaría sumergirse, Martitegui soltó: "Me los imagino en 20 años, que tengan 22 años. Me gustaría saber qué estudiaron, si fui buen papá, cómo serán".
"Era obsesivo y ahora los cuadros tienen rayas hechas por ellos y todos los jarrones están rotos. Todo está decorado por ellos", reconoció Germán.
Las sensaciones lo invaden, siente que camina por las nubes y disfruta a pleno de la paternidad. Por eso, Germán reconoció que los gurrumines consiguieron trastocar todo lo preestablecido en su comportamientos y hábitos. "Era obsesivo porque es un antes y un después la paternidad. Era obsesivo con cosas de mi casa. Me gusta mucho el arte y hay cosas colgadas. Veía que estuvieran perfecto y ahora los cuadros tienen rayas hechas por ellos y todos los jarrones están rotos. Todo está decorado por ellos", pormenorizó.