El teatro jerarquiza. La televisión da popularidad. ¿Y el cine? A quienes logran triunfar en su mundo pequeño y competitivo, les regala un premio único: la inmortalidad. Como cuando un equipo de fútbol gana la Copa Libertadores, la gloria de los que transitan victoriosos por ese mundo de salas y cintas es eterna. Pasarán uno y mil años, que nadie olvidará películas tan sencillas como las de Olmedo y Porcel. Con sus Oscar, La historia oficial y El secreto de sus ojos subieron para siempre al Olimpo del arte argentino. Sin ningún tipo de pretensión, la saga de los Bañeros será recordada por los siglos de los siglos. Los ejemplos sobran. Y así como hay películas imborrables en nuestra memoria colectiva, de sus entrañas salieron frases que se volvieron parte del vocabulario popular. Que cruzaron las fronteras del cine y son compañeras de la vida diaria. El repaso por las más celebres y festejadas será tierno, conmovedor y en muchos casos placentero.
Esperando la carrozaes mucho más que una película. Es prácticamente un mito, una creación legendaria. Seria candidata a “mayor obra de la historia argentina” si algún día se hiciera semejante compulsa, dejó momentos, actuaciones y frases maravillosas, que a casi 34 años de su estreno (se dio por primera vez el 6 de mayo de 1985) siguen vigentes.
La escena de Luis Brandoni y Julio de Grazia dentro del auto importado en el que buscan a Mamá Cora entrega la número uno de nuestro ranking. “Qué miseria, che; qué miseria. ¿Sabés lo que tenían para comer? Me partieron el alma. Tres empanadas que les sobraron de ayer para dos personas. Dios mío, qué poco se puede hacer por la gente. Lo único que se puede hacer es no pensar”, dice Brandoni, cuyo personaje goza de una buena posición económica, mientras se morfa una de esas empanadas. Sintetizada en “tres empanadas”, dibuja con maestría una situación muy repetida en nuestra sociedad: las necesidades de millones de personas pobres, y la hipocresía y el abuso de quienes tienen “un poco más”.
Ahora que nos sentamos y dejamos de aplaudir, seguimos. Sin salir de Esperando la carroza: China Zorrilla, única y genial, diciendo en plena reunión familiar: “Menos mal que la charlatana de al lado me copia en todo. Yo hago puchero, ella hace puchero. Yo hago ravioles, ella hace ravioles”,sin advertir que su hija había dejado el teléfono descolgado, ocupa el séptimo escalón. Y ojo, que dejamos afuera la contundente “Ahí lo tenés al pelotudo”, de Brandoni a Darío Grandinetti –hoy convertida en meme– porque tres frases de la misma peli ya era afano.
Nueve reinasestableció una manera distinta de hacer películas. Menos lineales y más entramadas. Y dejó una frase inolvidable cuando Ricardo Darín le pregunta a Gastón Pauls si tendría sexo con otro hombre a cambio de dinero. Pauls se niega cuando le habla de 10.000, 20.000 y 50.000 dólares, pero se queda callado cuando la supuesta oferta sube a 500.000 dólares. Entonces, Darín se le acerca y le dice: “Te das cuenta… putos no faltan, lo que faltan son financistas”. Demoledora.
Imposible no matarse de risa con La Tana que compuso Valeria Bertuccelli en Un novio para mi mujer. Cuando en medio de una fiesta, con Adrián Suar tratando de frenarla, grita a todos los invitados: “Gachi, Pachi, ella, el novio, el ex novio, yo y estos dos pelotudos, todos de Sagitario”, fueron carcajadas y carcajadas por doquier. Inigualable.
La frase con más historia del cine nacional la dijo Isabel Sarli en 1960 en la película Y el demonio creó a los hombres. “Qué pretende de mí”,le pregunta la Coca a quien la espía cuando se baña en el mar. El mito popular la convirtió en “Canalla, qué pretende usted de mí”. Aquí, nuestro homenaje.
Quinto aparece Héctor Alterio en el medio del campo, solo, y gritando: “La puta que vale la pena estar vivo”. Ocurrió en Caballos salvajesy al galope se metió entre las más destacadas. Le sigue otro grito, pero uno desesperado: en La furia, colgado de los barrotes de una celda, Diego Torres comprende que está preso. Las mujeres iban al cine sólo para ver y escuchar su estruendoso: “Guardiaaaaaaaa”, que aún hoy recuerdan.
Otra vez aparece Brandoni, hombre clave de nuestro séptimo arte. Cuando en Cien veces no debose entera de que su hija (Andrea del Boca) había quedado embarazada antes de casarse, sale a la calle y grita: “Le inflaron el bomboooo, le llenaron la cocina de humo”, hablaba a las claras de una sociedad que no aceptaba aún esas cuestiones.
Ricardo Darín trataba de identificar infructuosamente al asesino de El secreto de sus ojoscuando Guillermo Francella lo lleva a un bar y le habla de unas cartas que el homicida había escrito. Un par de apellidos que a Darín le habían pasado inadvertidos terminaron siendo clave: eran jugadores de Racing. Francella se lo explica cuando lanza su épica “¿Te das cuenta, Benjamín? El tipo puede cambiar de todo. De cara, de casa, de familia, de novia, de religión, de Dios. Pero hay una cosa que no puede cambiar. No puede cambiar de pasión”.Derecho al Oscar.
La décima es otra frase de aquellas. En Plata dulce, Federico Luppi, Bonifatti, se da cuenta de que Arteche lo engañó, le hizo firmar un montón de papeles sin sustento del banco y cuando se vino todo abajo se rajó para Estados Unidos. Desesperado, desencajado, mira a cámara y descerraja un “Arteche y la puta madre que te parió”que todavía retumba en los oídos de quienes la vieron.
Relatos salvajeses la última gran película argentina. En su último “cuento”, el del casamiento, Erica Rivas descubre que su prometido le es infiel y se arma la hecatombe total. En medio del escándalo, con él llorando delante de todos, le pide al camarógrafo: “Mamadera, filmame esto, Néstor”,y provoca el aplauso de todos. Entre ellos, el nuestro. Aplaudan, aplaudan, no dejen de aplaudir…
Esperando la carroza, un hito del cine nacional