Gran Hermano 2007 trascendió las barreras y se sumergió en los hogares argentinos. Esa camada dinámica, con mucha actitud, tuvo como ganadora a Marianela Mirra, pero también a muchos personajes que se abrieron un camino en el medio como Claudia Ciardone, Griselda Sánchez, Nadia Epstein, Silvina Schefler, Jéssica Gómez y Diego Leonardi. Ahí también dejó su impronta, su luz, Vanina Gramuglia.
La oriunda de Quilmes transitó apenas veinte días en la casa más famosa, pero logró marcar su huella con sus particularidades, como tirar las cartas de tarot o la búsqueda de su padre. Inquieta, la joven continuó un tiempo en la exposición, a partir de su formación como astróloga, faceta que intentó plasmar en la pantalla. Pero entendió que no era su lugar y dedicó sus energías en su pasión por la escritura de libros de la espiritualidad.
En esa línea de plasmar una orientación al autoconocimiento, a partir de descubrir la conexión con los ángeles y seres superiores, publicó muchas obras. Además de iniciar talleres angélicos para transmitir esos conocimientos.
Dentro de ese sendero, en 2014 se topó con Nacho Herrero y se produjo un lazo instantáneo, una sinergia única entre ellos. Claro que Ignacio disponía de su exposición a raíz de haber sido el primer marido de Nicole Neumann. Un caso que englobó muchas polémicas, porque a los nueve meses se divorciaron. Aunque, el morocho evitó profundizar y manchar aquella decisión de vida y resumió esa relación en que no era feliz con la rubia.
Nacho y Vanina unieron sus caminos, y en enero de 2017 se convirtieron en padres de Guadalupe. En un momento atravesaron una dificultad, cuando en 2014 los acusaron de formar una secta, a raíz de una denuncia mediática sin mucho sustento. En ese marco, Gramuglia explicó en Intrusos las actividades de la pareja, que tenían que ver con el armado de talleres, que incluían meditación, cantos de mantras y búsqueda de resolver los heridas emocionales familiares.
Muy decididos a emprender a fondo con su proyecto, hace un tiempo se mudaron al medio de las sierras de Córdoba, más precisamente a una ecoaldea llamada Umepay, que está rodeada de ríos, arroyos, árboles y casas sustentables. Ahí se persigue un estilo de vida saludable, amigable con el ecosistema, con el amor para con los animales y una alimentación consciente.
Desde la montaña, Vanina exhibe esa cotidianidad tan diferente a la vorágine porteña y cuenta sus actividades, como talleres de alimentación, o interpretación de cartas natales. Por ejemplo, hace unas semanas la exGH posteó: “Nueva carta natal angélica, canalización que nace de una mañana fría, soleada y llena de vida. Un portal que se abre para que los ángeles susurren respuestas y mensajes. Un nuevo día es una nueva oportunidad para ser instrumento de la divinidad”.
Por su parte, Nacho acompaña todas esas actividades, aunque su aporte se vincula más con su pasión, que es la música. En ese paraíso cordobés, el ex de Nicole muestra cómo graba a artistas locales, incluso a su pequeña Lupe.
Respecto a las peculiaridades de sus días, Vanina develó que no consumen contenidos tradicionales, que la dinámica familiar se relaciona con el contacto con la naturaleza y el espíritu. “Solamente usamos la computadora con un cable para ver Netflix, es nuestro único contacto televisivo. Lo que sí uso es el Instagram y el Facebook, son herramientas de trabajo. Desde ahí, compartimos recetas saludables”, sostuvo.
Toda esa bomba mediática que representó Gran Hermano, así como el casamiento con la siempre explosiva Nicole Neumann, es parte del pasado. La pareja disfruta de una vida en comunidad, en un entorno natural, con el anhelo de aportar herramientas a la gente para sanar y con mucho amor.