Hay una herencia que le reclama ser parte del show. Entre tantos beneficios que contempla su apellido, fundamentalmente por el prestigio y las trayectorias de sus antecesores más inmediatos, Violeta Urtizberea (34) tiene que “cargar” con esa sana presión. Sus últimos antecedentes señalan que la actriz ha respondido satisfactoriamente a los mandamientos del legado.
Primero en Graduados y posteriormente en Las Estrellas ha desarrollado papeles muy elogiados, roles que la posicionaron masivamente y de manera inclusiva en los segmentos que no la conocían tanto por sus trabajos –también muy buenos– en teatro.
Así, la hija de Mex Urtizberea y sobrina de Gonzalo Urtizberea se convirtió en una de las actrices con mayor proyección del espectáculo actual. Sin embargo, su felicidad más grande no guarda ningún parentesco con lo laboral y es consecuencia del plano personal. A fines de septiembre, Violeta fue mamá por primera vez.
Fruto de su amor con Juan Ingaramo nació Lila, su beba, que con el paso de los días se transformó en su incondicional compañera en cada paseo por el barrio: "Ella me cambió la vida", suele decir. Juntas comparten los momentos de las compras y otras experiencias como si se conocieran desde hace mucho tiempo. A Violeta se la ve fantástica, como si no hubiese transitando un embarazo, pues su figura luce prácticamente igual que antes de dar a luz.
¿En qué consiste su dieta? “Empanaditas de copetín”, según ella misma lo confesó, en un epígrafe que escribió para acompañar una imagen del piecito de su pequeña. No se sabe si esa fue realmente la receta, pero se entiende el juego de palabras. Violeta amó y respetó la herencia, y pagó dando vida la “condena” de dejar de ser el último eslabón.