Ella va al frente. Y no importa quién esté delante. Ximena Rijel tomó notoriedad estas semanas por las denuncias de acoso que realizó, y no tiene pelos en la lengua para seguir hablando. Mientras prepara su boda con Santiago Cúneo, filoso analista político, que en 2019 presentará su candidatura a la gobernación de la Provincia de Buenos Aires, dice:
“Nunca esperé enamorarme de un hombre como él. Llegó a mi vida en el momento menos pensado y cuando no tenía ninguna expectativa de dejar mi soledad, que empezaba a quedarme muy cómoda. La verdad es que hace un año y medio nos descubrimos en Instagram y cruzamos diálogos interesantes con mucho intercambio de opiniones… Hasta que un día me invitó a tomar un café y me flasheó su seguridad y su físico enorme”.
–Por lo que veo han ido muy rápido…
–Pero jamás imaginado por nosotros. Nunca imaginé lo rápido que crecería nuestro amor, y cuando nos quisimos dar cuenta eran más las horas que compartía que las que nos extrañamos. Y nos fuimos a vivir juntos, y funcionamos muy bien.
–¿Es cierto que se comprometieron en el Vaticano ante el papa Francisco?
–¡Sííí! Santiago había viajado al Vaticano para entrevistarse con el Papa y me invitó para que me sumara a la travesía, y ahí salió lo del compromiso, con anillos y todo. Fue un viaje inolvidable.
–¿Se van a casar pronto?
–Cuando tengamos un ratito… No olvides que Santiago y yo hacemos la producción del programa periodístico de Chiche Gelblung… También Uno más uno, tres, en el Canal 22 digital, que funciona fantástico, y como si todo eso fuera poco, Cúneo se lanzó en campaña como candidato a gobernador en la Provincia de Buenos Aires, que no es poco. Los dos sabemos que nos esperan tiempos de mucho trabajo intenso, y sobre todo de mucha presión política…
–¿Cómo fue tu experiencia como actriz?
–Difícil, porque en mi casa nadie me tomaba en cuenta cuando le decía a mi mamá que quería ser actriz. Era que les molestaba que lo dijese. Y yo, que era muy persistente, empecé a estudiar con Julio Chávez, Agustín Alezzo y el Indio Romero, entre otros maestros de la actuación, y les gané por perseverancia.
–¿Qué es lo que recordás con mayor relevancia en tus comienzos?
–Mi personaje de secretaria de Romina Yan y Damián De Santo en la ficción Bella y Bestia, que producía Cris Morena… Después filmé Olvídame de Aldo Paparella, en la que encarné escenas muy jugadas con Gonzalo Manguera Valenzuela… También rodé Juancito, la historia del hermano de Eva Duarte. Una peli de Héctor Olivera, en el personaje que iba a hacer Dolores Fonzi y no lo hizo, y terminó quedando para mí…
–En el tiempo del colectivo de Actrices Argentinas, ¿te tocó pasarla mal alguna vez?
–El acoso y el abuso son moneda corriente en el espectáculo. Hubo tiempos difíciles para las actrices a la hora de buscar trabajos. Sí me ha tocado vivir situaciones límite, pero no me gusta andar por la vida con el cartelito de la denuncia permanente. Me pasó. Punto. Lo sufrí y también lo superé.
–En varios medios hablaron de un hostigamiento por parte de Quique Estevanez en Dulce amor.
–Lo que viví, lo viví; y no quiero andar reviviendo cosas que ya pasaron. Si me lo preguntás, no la pasé bien, pero lo pasé. Fue en Dulce amor, donde también trabajaba Juan Darthés… Aunque él dijo que no decidía el elenco que trabajaba si se metía en la ficción, lo real es que me citó a su oficina, y al no prestarme a sus juegos, de los cinco libros que tenía sólo grabé tres y chau… Hoy encontré otras alternativas de trabajo y sigo esperando volver a la actuación cuando reciba una buena propuesta.
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